La alimentación mediterránea incorpora gran variedad de productos cuyas ventajas radican en la interacción de sus componentes.
Diversos estudios científicos han demostrado que las dietas mediterráneas se asocian a:
Antioxidantes; provenientes de verduras, frutas, hierbas, especias y el consumo moderado de vino; que nos protegen de los radicales libres que favorecen el cáncer, la ateroesclerosis, la diabetes, el Alzheimer y el envejecimiento en general.
Ácidos grasos omega 9 y omega 3; provenientes del uso del aceite de oliva (o Canola) y del consumo moderado de pescados y frutos secos; que disminuyen el riesgo cardiovascular, a diferencia de los modelos alimentarios occidentales, excedidos en Omega-6 por el uso de aceites de maravilla, soya, maíz y otros.
Fibra; proveniente de verduras, frutas y cereales integrales; que, en la sangre, reduce el colesterol LDL (“malo”), eleva el colesterol HDL (“bueno”), regula el sistema inmune y reduce la inflamación.
Fitoesteroles; presentes en aceites, y frutos secos (nueces, almendras, avellanas, etc.) entre otros; que reduce la presión arterial y mejoran la reactividad vascular.
El concepto de “alimentación mediterránea” surgió a partir de un estudio de la relación entre alimentación y enfermedades coronarias en varios países, investigándose más de 12.000 casos. Grecia y Japón presentaron la menor mortalidad por enfermedades cardiovasculares, mientras que EEUU registró las tasas más elevadas. Analizado sus modelos alimentarios se definió la “alimentación mediterránea” con las siguientes características:
¡Chile puede y debe tener una alimentación mediterránea! ¡Y tú también!
Los alimentos son los encargados de entregar los nutrientes que nuestro cuerpo necesita y que es incapaz de autogenerar.
El desayuno es, sin lugar a dudas, la comida más importante del día, por lo tanto, es vital la decisión de qué alimentos comeremos todas las mañanas.
Seguir leyendoSe podrían salvar muchas vidas si las personas evitaran beber alcohol y fumar, si comieran mejor y se mantuvieran activa.
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